domingo, 16 de enero de 2011

Aún escuece.

Muy adentro en mi corazón, aún guardo aquellos recuerdos de los que tú te olvidaste.
Nos conocimos en nuestro primer año de vida,  cumplíamos las dos en verano, tu eras del Norte y yo del Sur, nuestras madres no sabían lo fuerte que iba a ser nuestra unión en ese momento.
Ambas siempre estábamos juntas, al principio no hablábamos el mismo idioma y aún así éramos mejores amigas, allí donde empezaba el mar y nos comprendíamos a la perfección.

Aún conservo las cintas de video de cuando jugábamos a ser sirenas, los patines de nuestras tardes sobre ruedas, las fotos de nuestro último año juntas de verdad y mis recuerdos junto a ti tirándonos  barro, riendo con la mayor felicidad que una niña puede poseer.

Recuerdo mi miedo a la profundidad del mar.. tú me decías: "Dame la mano, te prometo que no te voy a soltar" con ese acento y mezcla de dos idiomas que entendíamos y me hacías enfrentarme a mis miedos. Nunca me soltabas.
Cuando me defendiste de los niños que no paraban de insultarme, enfrentándote a los 7 que eran cuando yo era una cobarde, eras mi heroína.
A los 13 algo cambió, conociste a gente nueva, gente muy mayor. Tu novio era mayor de edad y habías madurado demasiado de prisa, yo aún era una niña.
Ya te habías hecho mayor para estar conmigo, fue nuestro último año en el que dijiste a finales de Mayo que nada sería igual, justo era el año que más te necesitaba.

He perdido a algunas personas pero solamente tú y nada mas que tú es la que verdaderamente he querido y por la que he llorado más.
Seguramente yo para ti no fuese tan importante.
Hace unos años hablábamos de que nunca fumaríamos, y no nos emborracharíamos, por que nuestros papás decían que estaba mal.
Ahora eres mujer, eres madre y yo sigo siendo una niña. Pasamos de ser “hermanas gemelas” a personas que no tienen nada que ver en este mundo...

Me gustaría decirte que cuando te volví a ver con 15 años, fumando delante de tus padres, y me saludaste como si nada pasase, llegué a mi casa y lloré hasta la madrugada.
Cuando te vi dos años después y me saludaste otra vez, y me hablaste... me dieron ganas de abrazarte y pedirte perdón por haber madurado demasiado tarde.

Quizás la gente esto no lo entienda, pero para mí fue como una hermana, y perder a alguien de esa manera fue el mismo sentimiento que sientes cuando alguien cercano fallece.
Y es por eso que sigue en mi corazón, con ella pasé la mejor infancia que habría tenido jamás.

Tú sigues muy adentro en mi corazón, M.

1 comentario:

  1. allí donde empezaba el mar y nos comprendíamos a la perfección.

    me encanta esta frase,y el texto es genial.
    experiencia propia?

    ResponderEliminar